El hada Nadia
Hace
mucho tiempo atrás, cuando el mundo era joven, nació un hermosa hada en medio
del bosque. Sus cabellos eran rojos como el fuego y tenía unos hermosos ojos
celestes como el cielo más claro y brillante, que jamás se hayan visto. Su
madre decidió llamarla Nadia, cuyo nombre significaba esperanza. Desde el momento
que supo de la llegada del hada entendió que ella poseería una personalidad
única y de un gran espíritu bondadoso,
que la haría diferente al resto.
Mientras
Nadia crecía los días pasaban felices,
por las noches el bosque se iluminaba con miles de luces doradas. La madre de
Nadia era un hada de la tierra destinada a custodiar y a cuidar las plantas y
animales del lugar. Un día, ya toda una jovencita, Nadia cuestionó a su madre.
- ¿Por
qué vivimos en el bosque y nunca hemos llegado más allá de sus límites?
La
madre sonrió dulcemente y le dijo:
- Querida
niña mía, todas las hadas nacemos con una obligación y la mía es la de cuidar
de este bosque, por eso siempre permanecemos en este lugar.
-Madre,
comento Nadia un poco confundida,- ¿y cuál es mi obligación?, ¿Acaso cuidar el
bosque contigo?
- No, mi niña, existen cuatro tipos de hadas:
hadas del agua, del aire, del fuego y de la tierra. Vos podrás elegir llegado
el momento a cual deseas pertenecer.
-Mamá
no deseo separarme de vos.
-Nadia,
aunque las hadas tengamos distintos destinos siempre estamos juntas, no te
preocupes.
Pasaron
nueve lunas llenas y llegada la primavera al bosque, la mamá de Nadia se
encontraba muy atareada. Un día Nadia se levantó muy temprano ya que sintió que
el sol brillaba más que nunca y deseó salir a pasear. Primero recorrió todo el
bosque y conoció hadas de la tierra que lo cuidaban como su madre. Luego llegó
un poquito más lejos y se dio cuenta de que volaba por sobre un lago.
Allí
en el lago, conoció hadas del agua que alimentaban y jugaban con los peces. De
repente se levantó un viento muy fuerte y para sorpresa de Nadia aparecieron
las hadas del aire que jugaban con las hojas de los árboles a orillas del lago.
Feliz, Nadia pensó ahora: “solo me falta conocer
las hadas del fuego y podre contarle a mi mamá qué gran día he tenido”. La
joven hada les preguntó a sus nuevas amigas si conocían a las hadas del fuego y
ellas respondieron:
- Sí,
si volás muy alto al sol allí las encontraras. Así lo hizo Nadia, voló muy alto
hacia el sol y conoció las hadas del fuego quienes la recibieron con mucha
alegría.
Pasadas unas horas, Nadia dio las gracias y se
despidió, temiendo que la madre se preocupará ya que nunca había pasado tanto
tiempo alejada de su hogar.
Cuando
se reencontró con su mamá le contó todo lo que había vivido aquel día y feliz
exclamó:
-Mamá,
hoy conocí todas las hadas de nuestro reino y dentro de mi corazón descubrí que
soy un hada de la tierra como vos.
-Nena,
ya lo sabía las mamás sabemos esas cosas, simplemente quería que vos lo
averiguaras por vos misma, ya que crecer y enfrentarse a las decisiones
difíciles también es parte de la vida de las hadas.
FIN
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